martes, 26 de agosto de 2008

Crónicas de facebook II: Las Reinas de México



Es curioso reunirte con tus amigas de preparatoria periódicamente y poner al día las vidas. Los rumbos nos alejan pero siempre hacemos todo por dar un volantazo y coincidir en una taza de café. No puedo culpar al Facebook porque ya lo hacíamos desde antes, pero sí puedo contar que gracias a las fotos de grupo publicadas por mi amiga Cristy, nuevos rostros se despiertan para contar su historia. Apareció Mónica más bonita que nunca y uno puede leer entre sus fotos la historia de un romance familiar. Me sorprendió ver a Rocío que era nuestra maestra de baile, como yo nunca he tenido ritmo hacía todo por escapar a los pasos que ella nos ponía. No puedo evitar oír al Man eater y pensar en los chinos de Rocío volando mientras daba vueltas como la chica de Flashdance. En uno de nuestros encuentros nos dejó verdes de envidia. Resulta que todas aprovechamos las oportunidades de reunión para sonarle los mocos a nuestras vidas y presentarlas perfectas, ingenuas y de carita lavada. Nos reunimos después de unos años de habernos graduado en un restaurant, como siempre he sido precoz y contrariando todas las apuestas yo ya me había casado y tenía una bebe, pero Rocío era nada menos que secretaria del hoy presidente Bush ¿Qué tal? No cabe duda que siempre ha tenido estilo y no sólo para bailar.

El Reina de México es para mí lo más parecido a un colegio y eso que asistía un día sí y tres no. Yo creo que por eso sigo hoy atrapada en la escuela y prendada del rol de maestra, no he cubierto mi cuota de asistencia. Vivía yo de prisa y tenía novios que parecían mi padre, así decían mis compañeros.

Con el tiempo y las reuniones hemos dejado de pretender y a veces llevamos a la vida chamagosa y de la mano para desahogarnos. Han sido los abrazos de Priscila o las locuras de Cristina las que ayudan a que, de momento todo el orden se restablezca. Nos vemos en bodas y bautizos, algunas, paramos en hospitales, el glamur dejó de ser moneda de cambio y lo más pertinente es llevar kleenex porque siempre hay alguien que los necesita, también es imperioso aclarar la garganta porque habrá una manifestación de carcajadas. No deja de ser ilustrativo que nuestros hijos lleven nombres de nuestros compañeros como tributo a la memoria. Mi hija se llama Andrea en recuerdo a la vitalidad de esta compañera que parecía surcar la vida con destreza de surfista.

Todas las mañanas me levanto contenta y me conecto para ver quién está ahí y pasar lista dar los buenos días y acordar el próximo café. Recuperar rostros en el tiempo se ha vuelto una forma de redescubrirme a mí misma, de hacer acopio de recuerdos perdidos para adornar las paredes de mi vida. Subo fotos para compartir mi historia y recupero algunas otras que los demás tenían de mí, pero como no puedo contar sólo con imágenes escribo estas crónicas de Facebook en espera de reconstruir con palabras las caras que el tiempo ha empolvado un poco.

No hay comentarios: