domingo, 19 de agosto de 2007

El Quijote Y Shrek ( publicado en la revista Algarabía)


La tarde que comencé a preparar mi artículo sobre el quijote, miré por la ventana una nube. En ella descubrí la forma de un caballero con lanza que hirió a una nube, como consecuencia comenzó a llover. No sé realmente si la figura que vi es un invento que quise ver o el recordatorio de que el Quijote vive más que Cervantes, vive más que ustedes mismos y que yo. Ha sobrevivido a los tiempos y cabalga en los medios de comunicación, en los cuentos y en la revista Algarabía.
Cuando me enfrento a mis alumnos o a mis hijas e intento explicarles la grandeza de este personaje la misión se vuelve de alto riesgo, insinuar siquiera que lean dos imponentes tomos suscita la burla y debo emprender la retirada para considerar un nuevo y mejor planeado embate.
Mire de nuevo a mi nube en busca de un plan, ella me recordó que es el Quijote la novela más actual de todas, que retrata a un hombre imposibilitado de ser lo que sueña, igual que todos nosotros, pero que se atreve y se inventa ¿Quién no tiene una dulcinea, un amor que idealizamos y que los demás encuentran ordinario?
Para entender a Cervantes y a su Frankenstein, hay que comprender su tiempo. El hombre pasó de una infancia protegida que fue la Edad Media (un mundo dividido entre el bien y el mal cuyo único propósito era lograr el paraíso celestial, un cuento de príncipes y princesas que viven felices para siempre mientras encajen en el orden que aspira la vida eterna) a un tiempo adolescente que se llamó Renacimiento. Una época rebelde que cuestiona la rigidez de la edad media y se pregunta ¿si soy igual a Dios, porqué debo esperar a morir para gozar? ¿Por qué si siento deseos de ser y tener más debo conformarme con ser lo que no quiero?
Don Alonso Quijano ha cabalgado entre los lectores sufriendo o ganando en cada época una nueva interpretación, él y Sancho encarna la lucha entre las dos posturas humanas, el idealismo y el realismo; es una severa crítica a la política de su época, una despedida nostálgica de la Edad Media y el enfrentamiento del individuo ante un mundo moderno y hostil. Para el hombre del neoclásico era percibido como un loco gracioso, incluso ridículo; en la América recién independizada el Quijote es un símbolo de las más altas cualidades del ser humano, símbolo del hombre de república, modelo que los políticos latinoamericanos deben seguir.[1] Para los modernistas es el Quijote alegoría y bandera de la hispanidad, un protector que debe guardar las costumbres de nuestra herencia española ante la amenaza de del imperio norteamericano[2]. La generación del 98 lo toma casi como un santo un ser místico que personifica los valores del cristianismo[3] . Para Jorge Luis Borges la obra de Cervantes es un ejemplo de la incertidumbre entre realidad y ficción y es el Quijote el ejemplo que gesta la teoría de la recepción en su cuento Piere Menard autor del Quijote, en el que ilustra magistralmente cómo el contexto determina la interpretación de la obra de arte, y plantea al lector como creador. Juan José Arreola pondera en Teoría de Dulcinea” el sentimiento amoroso como motor que impulsa al héroe a la locura y al cumplimiento de la proeza.
En fin el Quijote como icono de renovación, del poder creador de la imaginación, caballero de nuestra lengua, crisol que ampara a la diversidad y que otorga voz a la minoría ignorada, a los viejos en quienes persiste la sed de aventuras, en los feos que el amor embellece, en los pobres que sueñan con gobernar islas y en los locos que se atreven a soñar.

Todo esto suena muy bien, me dije, pero no son argumentos que convenzan a los jóvenes para acercarse al Quijote. Pensé entonces que las aventuras de Quijano debían ser traducidas y fue entonces que pensé en Shrek como recurso. Espero que los puristas literarios no se ofendan con la comparación que al fin y al cabo la causa es noble. Así que me propongo comparar a ambos personajes en aras de una traducción fantástica que permita a las nuevas generaciones descubrir la modernidad de la obra de Cervantes.
Toda época de crisis engendra la parodia, como obra de la una saturación, cada época se encuentra al fin de su ruta con las ilusiones perdidas por la muerte de la utopía que le dio origen. El renacimiento fue, por ejemplo, una era de esplendor que entregó su confianza y sueños hacia el humanismo. Tras los logros innegables del periodo, el hombre descubre que dicha renovación ha traído también la incertidumbre y la angustia en una sociedad donde conceptos como libertad e igualdad derrumban las viejas estructuras y quiebran el orden medieval. Podemos entender al medioevo como un tiempo infantil, imperfecto pero certero donde Dios padre y la madre iglesia resguardan a sus hijos y en cada feudo el individuo ocupa un sitio inalterable, el Renacimiento, y posteriormente la Revolución industrial se pueden vislumbrar como un periodo adolescente donde los individuos se sienten omnipotentes por un lado, pero experimentan la angustia de saber que poseen libre albedrío, que su destino les pertenece y que se encuentran terriblemente solos. Este sentimiento es el origen de la modernidad. Por todo ello no es casual que el Barroco haya sido un periodo crítico donde los hombres se percatan de que la embriaguez renacentista los devuelve a las angustias primarias ontológicas: la ineludible muerte, la volatilidad de la felicidad y la inexistencia de la utopía.
El Quijote, caballero Barroco, que representa la pérdida de las ilusiones, la heroicidad del hombre mediocre (sin ser peyorativo), el derrumbe de la certeza, la relatividad de la realidad, es decir, no existe una historia oficial sino varios puntos de vista. Es en este sentido que la Novela de caballería representa la agonía de la Edad Media, y es el Quijote quien acaba con este sueño al poner ante el espejo al héroe Barroco: un hombre que se aferra a un sueño inconquistable, un hombre vulnerable, enamorado de una mujer corriente. Su grandeza estriba en su derecho a inventarse, la locura de saberse vivo para la muerte sin embargo luchar por conquistar la vida.
El análisis del Quijote es sumamente complejo puesto que posee muchos planos y niveles de interpretación, el caso de la película Shreck es más simple, se trata de un texto más sencillo, sin embargo existen muchos paralelos entre estos dos textos que nos pueden dibujar las épocas y circunstancias que les dieron origen. Es importante señalar que todas aquellas técnicas literarias que llamamos post modernas se encuentran o son tomadas del Quijote, considerada la primera novela moderna. Las artes se influyen entre sí por lo que (la novela y el cine que son géneros muy similares, no son la excepción)
La fabula en Shrek obedece a la fábula tradicional, organizando las acciones y personajes tal y como lo señala Vladimir Propp respecto de los cuentos de hadas. La trama se resume en un héroe que sale de su aldea para rescatar a una princesa de las garras de un dragón. Hay un villano que se opone al compromiso de héroe y princesa y que intentará por todos los medios de evitar el idilio. El personaje de burro e incluso el dragón (posteriormente) actúan como ayudantes del héroe. EL beso es el elemento mágico que rompe el hechizo al que la princesa está condenada y la conclusión es idéntica al final tradicional: la boda que representa el final feliz.
Podemos afirmar que la novela de caballería y el cuento de hadas son parientes cercanos, en su origen, los cuentos de hadas no era orientados hacia el público infantil, eran historias iniciáticas tribales en un principio, posteriormente leyendas morales que procuraban orientar a los individuos de una sociedad. Su transmisión fue en principio oral, al igual que la leyenda, es probable que tuviesen un germen de realidad que se fue contaminando de magia para engrandecer su simbolismo. La novela de caballería surge en la Edad media como idealización al caballero de las cruzadas y exalta las virtudes y heroísmo de estos caballeros que luchaban por recuperar el cáliz o Santo Grial (en muchos sentidos identificado como símbolo y metáfora de lo femenino, de la herencia del Mesías e incluso como un camino espiritual) en esta aventura, el caballero como el héroe del cuento folclórico se enfrenta a un oponente representado por un ogro, un dragón, un mago etc. Su premio al final de la historia es la dama virtuosa con la que contraerá nupcias. La fábula del Quijote es radicalmente distinta aunque parte del mismo origen, pero su intención es poner en evidencia lo ridículo de una pasión colectiva (la novela de caballería) y retratar la épica de la vida real, el héroe moderno que se enfrenta a la difícil e imposible batalla de empatar la realidad a sus sueños.
Alonso Quijano ha enloquecido por la lectura de las novelas de caballería, decide a sus cincuenta años dar vida a aquello que lee. Desencantado en un imperio agónico (derrota de la armada invencible ante Inglaterra, empobrecimiento de la corona española) decide ir por los caminos de la Mancha vestido como caballero del s XV en el s XVII, con la misión de deshacer entuertos, salvar princesas etc. Sancho además de fungir como su ayudante, empleando los términos de Propp, es su contraparte, la acción es simple: el Quijote se involucra en múltiples aventuras que pasan de ser eventos cotidianos gracias a la imaginación del protagonista. Realmente no pasa nada, la realidad no se transforma, la transformación se da en la psicología de los personajes y, me atrevo a decir, en la percepción del lector. A medida que los acontecimientos se desarrollan el Quijote recupera la razón, al hacerlo pierde las ilusiones y muere; por su parte Sancho se Quijotiza pues toda la fantasía de su amo que en un momento le resulta ridícula, cobra sentido y le da razón a su existencia. Los lectores nos miramos al espejo al descubrir que la realidad, tal como nos señala Alonso Quijano en su aventura no es más que un juego de percepciones, la verdad no existe, cohabitan distintas versiones que se amoldan a los ideales y percepciones particulares. Pero ante todo, es nuestra vida la heroica cruzada por reinventarnos a diario y aferrarnos a nuestros sueños. En la parodia se encuentra entonces un fiel retrato de la vida humano, un tanto ridícula, un tanto conmovedora en la búsqueda de ideales inalcanzables en un ser perecedero e imperfecto: conquistar la vida eterna, la justicia, la felicidad, la verdad y la belleza, imposibles en un ser dialéctico hecho de contradicciones, pero es la búsqueda sublime de lo inaccesible aquello que valida nuestra existencia.
Ante toda esta lectura del Quijote, la comparación con un cuento infantil creado por la industria de consumo parecería trivial, sin embargo, considero importante reflexionar acerca de la parodia en el cuento infantil. Si, como he mencionado en los párrafos anteriores, la parodia se da como agotamiento de un sistema, surge en periodos de decadencia, es probable pensar que el cuento tradicional se encuentre en crisis. Esta afirmación implica que es probable que los valores que dichas narraciones intentaban transmitir son obsoletas en nuestra época y son otros valores los que intentan colarse en la parodia mediante la ridiculización de lo obsoleto. La intención en este trabajo será probar esta afirmación mediante el paralelo entre las dos obras, la comparación de contextos, el empleo de técnicas intertextuales tales como la parodia y el pastiche, la metalingüística y el énfasis en la otredad.

La comparación vino a mi mente cuando vi al verde personaje vestido con armadura dispuesto a salvar a la princesa. Comprendí que el absurdo se da en poner al antihéroe como héroe. Es lo mismo con Don Alonso, que es lo opuesto al caballero andante. Uno es un ogro, villano por excelencia, el otro es un anciano antítesis del príncipe gallardo. La temporalidad se ve alterada en ambas historias, en el Quijote la nostalgia por el pasado provoca que un viejo loco salga a la “modernidad” de entonces (termino relativo) con una armadura caduca y que no se usa más, a luchar por los valores medievales, causando con ello la risa. En Shrek, la risa es suscitada por que en un mundo aparentemente medieval se entromete la modernidad, y escuchamos a burro cantar canciones actuales y vemos al imperio Disney aparentando ser un castillo feudal, también vemos a un hada madrina cuya labor se parece más a la de un cirujano plástico y vemos a Rodeo Drive y las marcas comerciales esconderse tras caracteres góticos.

Realidad y ficción
Tanto en la película como en el libro del Quijote los personajes se saben entes de ficción, en el Quijote sucede cuando se enfrenta a que su historia ha sido escrita por un tal Cide Hammete Benengueli y el libro circula con éxito. En otros momentos se asume escrita por un tal Cervantes y don Quijote incluso entra a la imprenta donde el libro se produce. Nuestro verde personaje mira a la cámara y dialoga con el espectador y sus toscas manos son aquellas que pasan las hojas del cuento que se nos presenta. La realidad y la ficción se abrazan entonces surge la pregunta literaria y filosófica por excelencia ¿qué somos? ¿Quién nos ha creado?

El amor como respuesta
Ambos personajes tienen una amada por quien luchar, ninguna de ellas cumple con el estereotipo de la princesa y mucho menos del rol model femenino que se nos ha vendido desde la Edad Medial. Dulcinea es una porquera vulgar y malhumorada, Fiona una ogresa gorda y fea. Los personajes no son lo que debieran por que intentar comunicarnos que la verdad es relativa y que, es más factible encontrar amadas como Fiona o como Dulcinea que como Nicole Kidman y la Bella Durmiente. Que nuestros sueños son más la locura del Quijote que los trabajos de Hércules y que nuestros maridos desarrollan con mayor facilidad la estética figura de Shrek que la silueta de Brad Pitt.

Todos hemos leído el Quijote todos somos el Quijote. Hoy más que nunca Don Quijote se pasea y puede que mi ventana sea esta: la computadora desde la que escribo y la nube es sólo una mancha de tinta alojada en la memoria. Como antes el texto impreso, la Internet es una ventana donde convergen la ficción y la realidad y nos inventamos un personaje en una realidad virtual donde incluso se practica el sexo cibernético. Surge un ser más auténtico de nosotros mismos, pues como se atreve a decir Almodóvar en la película Todo sobre mi madre, en voz del personaje travestido: Uno es más autentico mientras más se parece a lo que aspira: somos seres incompletos compuestos de sueños y realidades buscando que estos dos mundos empaten algún día.
El Quijote
Shrek
1. Parodia de la novela de caballería
2. Escudero Sancho
3. Amor ideal Dulcinea que engrandece el amor del alma al carecer de belleza física
4. Parodia y crítica de su época: la reforma, crisis del imperio español
5. parodia del caballero
6. Uso del intertexto y el metatexto, técnica de pastiche (textos y personajes que se saben de ficción, uso de otros elementos textuales: otros personajes históricos y literarios. ej. Amadis de Gaula, el Rey Arturo, Cervantes mismo)
7. Planteamiento de la otredad. Versión del antihéroe: viejo, débil
8. Juegos temporales, es decir, se intrometen usos y costumbres de otras épocas en aras del ridículo
9. Participación del lector
10. Obra literaria autoreflexiva, metalingüística, es decir, la obra hace referencia hacia sí misma y hacia la literatura, es una literatura de la literatura, se asume ficción y se nutre y construye de sus mismos artilugios
· Parodia de los cuentos de hadas
· Escudero Burro
· Fiona, obedece al modelo de Dulcinea, pero además es representante o modelo de un nuevo estereotipo de mujer: valiente, irreverente y que busca igualar su rol al masculino
· Parodia la era de consumo, del imperio norteamericano, de los parques temáticos, la idea de la imagen y las apariencias sobre los valores humanos
· Parodia del ogro
· Uso del intertexto y el metatexto (cuentos y personajes que se saben de ficción, uso de otros elementos textuales: otros personajes históricos, literarios y fílmicos. ej. La bella durmiente, la cenicienta, personajes del mundo del espectáculo)
· Planteamiento de la otredad. Versión del antihéroe: el ogro
· Participación de la audiencia
· Obra fílmica autoreflexiva cine hecho de cine.
[1] Textos como El buscapié o Capítulo que se le olvidó a Cervantes de Juan de Montalvo dan cuenta de esta interpretación.
[2] Buen ejemplo de esto es el cuento “Don Q” de Rubén Darío
[3] Véase Vida de Don Quijote y Sancho Miguel de Unamuno

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